Amanece un nuevo día, o eso creo, aquí dentro se pierde la noción del tiempo...
Al fin me han librado de ésas correas que me mantenían inmóvil en la cama y después del desfile de enfermeras con la medicación, me permiten salir de ésta habitación que, durante los dos últimos días ha parecido más una cárcel que cualquier otro tipo de estancia.
Han abierto el régimen de visitas y ha podido venir a verme uno de mis hijos. Siempre he odiado esa mirada amarga que esconden sus ojos cuando me ven en éste estado. Supongo que no debe resultar agradable tener que venir a visitar a tu madre a éste lugar... Tampoco me agrada en demasía que vengan aquí, pero tengo que reconocer que siempre me da alegría ver a mis hijos.
Soy totalmente consciente de mi enfermedad, se que no es fácil convivir con una persona con un trastorno bipolar como el mío, pero mi familia jamás me ha entendido. Ellos nunca entienden nada.
La medicación que me dan en éste psiquiátrico es mucho más fuerte que la qué tomo yo normalmente y, cuando vengo aquí, todavía soy más consciente de que ésta enfermedad siempre irá conmigo y de que la medicación sólo me permite guardar las apariencias. Es como vivir atrapada; tener tu propio yo metido en un foso desde el que se puede ver la luz, pero desde el que resulta imposible alcanzarla. Le corta las alas al pájaro que tanto desea salir a volar.
El maldito litio no me deja pensar, ni siquiera recuerdo cual era mi personalidad antes de empezar a tomarlo.
Quiero vivir pero, el mundo no me deja. Quiero correr desnuda por mi casa si eso es lo que me apetece; sin que nadie crea que tengo una crisis. Quiero subir a la torre más alta y poder asomarme tranquilamente sin ver que una mano me agarra por temor a que me tire.
¿!Quiero vivir, es que nadie lo entiende!?
Si me dan los bajones, o los brotes depresivos como ellos los llaman, es porqué sólo tengo ganas de morirme, pero porque no se me permite vivir en libertad.
Se terminó otro día querido diario. Mañana volveremos a encontrarnos, o por lo menos eso espero, que éste es el único lugar en el que puedo ser yo.
Al fin me han librado de ésas correas que me mantenían inmóvil en la cama y después del desfile de enfermeras con la medicación, me permiten salir de ésta habitación que, durante los dos últimos días ha parecido más una cárcel que cualquier otro tipo de estancia.
Han abierto el régimen de visitas y ha podido venir a verme uno de mis hijos. Siempre he odiado esa mirada amarga que esconden sus ojos cuando me ven en éste estado. Supongo que no debe resultar agradable tener que venir a visitar a tu madre a éste lugar... Tampoco me agrada en demasía que vengan aquí, pero tengo que reconocer que siempre me da alegría ver a mis hijos.
Soy totalmente consciente de mi enfermedad, se que no es fácil convivir con una persona con un trastorno bipolar como el mío, pero mi familia jamás me ha entendido. Ellos nunca entienden nada.
La medicación que me dan en éste psiquiátrico es mucho más fuerte que la qué tomo yo normalmente y, cuando vengo aquí, todavía soy más consciente de que ésta enfermedad siempre irá conmigo y de que la medicación sólo me permite guardar las apariencias. Es como vivir atrapada; tener tu propio yo metido en un foso desde el que se puede ver la luz, pero desde el que resulta imposible alcanzarla. Le corta las alas al pájaro que tanto desea salir a volar.
El maldito litio no me deja pensar, ni siquiera recuerdo cual era mi personalidad antes de empezar a tomarlo.
Quiero vivir pero, el mundo no me deja. Quiero correr desnuda por mi casa si eso es lo que me apetece; sin que nadie crea que tengo una crisis. Quiero subir a la torre más alta y poder asomarme tranquilamente sin ver que una mano me agarra por temor a que me tire.
¿!Quiero vivir, es que nadie lo entiende!?
Si me dan los bajones, o los brotes depresivos como ellos los llaman, es porqué sólo tengo ganas de morirme, pero porque no se me permite vivir en libertad.
Se terminó otro día querido diario. Mañana volveremos a encontrarnos, o por lo menos eso espero, que éste es el único lugar en el que puedo ser yo.
Cuando empecé el curso de preparación para la prueba de acceso para mayores de 25 años a la universidad en Barcelona; en verano hacían algunas clases y una de ellas era la de comentario de texto. Nos dieron una lista de temas y en por mi afición a escribir en aquel momento, escribí unos cuántos en poco tiempo y hablando con el profesor le comenté que esa lista no me agradaba mucho. En la lista había cosas como "escribe un correo electronico a un organismo oficial" o "sobre un día soleado en el parque" y viendo el profesor mis ansias por retos nuevos me propuso buscar un personaje, describirlo a él y su situación para escribir un texto llamado "Miércoles, 7 de julio". Es otra de las cosas que estaba en mi antiguo blog y hoy.... Me apetece recordar.
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