Respiras pero, ¿realmente estas vivo?

Trabajas para combatir todos esos pagos que tú mismo te has impuesto; la hipoteca, el alquiler, el coche, esa ropa cara con la que crees que serás más aceptado, el teléfono móvil de última generación, para demostrar a los demás que 'vas a la última' ... pero, ¿en qué lugar quedas tú?. Es decir, ¿tienes tiempo para tí?.
¿No?.
Claro, demasiado tiempo empleado en el trabajo para poder conseguir todas esas cosas. No hay otra opción ¿verdad? ¿has conseguido auto-convencerte ya?.
Por supuesto que no; sencillamente bailas al ritmo que te marca la sociedad, te paseas por todos y cada uno de los días fantásticos de El Corte Inglés, sucumbes al consumismo y te repites a diario que pagar la hipoteca, mantener el coche y el nivel de vida que te has impuesto, te obligan a seguir en ese bucle sin salida que, empieza por madrugar para llegar a tiempo al trabajo, y termina, casi sin que te hayas podido dar ni cuenta, en el gran centro comercial y de ocio más cercano. Paseando entre masas y sonriendo como los demás, casi al unísono, olvidándote de ti mismo.
Ya tendrás tiempo de pensar en ti, te dices a menudo, pero no te das cuenta, de que cuando seas consciente de que tu vida no te gusta, será demasiado tarde.
Es deplorable que vivas condenado a trabajar para mantener la dignidad del dispendio, sin querer mirar por esa ventana, en la que se puede vivir con menos dinero, tener momentos de verdadera felicidad, y hasta disponer de más tiempo para poder hacer todo aquello que te gusta.
En el fondo sabes lo que debes hacer, no puedes quedarte sin intentarlo. Remolonea en la cama, asómate al balcón y grítale a la sociedad, escóndete debajo de la cama, envida todo tu consumismo con las peores cartas, espía a la vecina del quinto. Déjate llevar, siéntete, sal a la calle, desnúdate y recorre las calles sin ropa. ¿Qué importan los ojos de los demás?.

Trabajas para combatir todos esos pagos que tú mismo te has impuesto; la hipoteca, el alquiler, el coche, esa ropa cara con la que crees que serás más aceptado, el teléfono móvil de última generación, para demostrar a los demás que 'vas a la última' ... pero, ¿en qué lugar quedas tú?. Es decir, ¿tienes tiempo para tí?.
¿No?.
Claro, demasiado tiempo empleado en el trabajo para poder conseguir todas esas cosas. No hay otra opción ¿verdad? ¿has conseguido auto-convencerte ya?.
Por supuesto que no; sencillamente bailas al ritmo que te marca la sociedad, te paseas por todos y cada uno de los días fantásticos de El Corte Inglés, sucumbes al consumismo y te repites a diario que pagar la hipoteca, mantener el coche y el nivel de vida que te has impuesto, te obligan a seguir en ese bucle sin salida que, empieza por madrugar para llegar a tiempo al trabajo, y termina, casi sin que te hayas podido dar ni cuenta, en el gran centro comercial y de ocio más cercano. Paseando entre masas y sonriendo como los demás, casi al unísono, olvidándote de ti mismo.
Ya tendrás tiempo de pensar en ti, te dices a menudo, pero no te das cuenta, de que cuando seas consciente de que tu vida no te gusta, será demasiado tarde.
Es deplorable que vivas condenado a trabajar para mantener la dignidad del dispendio, sin querer mirar por esa ventana, en la que se puede vivir con menos dinero, tener momentos de verdadera felicidad, y hasta disponer de más tiempo para poder hacer todo aquello que te gusta.
En el fondo sabes lo que debes hacer, no puedes quedarte sin intentarlo. Remolonea en la cama, asómate al balcón y grítale a la sociedad, escóndete debajo de la cama, envida todo tu consumismo con las peores cartas, espía a la vecina del quinto. Déjate llevar, siéntete, sal a la calle, desnúdate y recorre las calles sin ropa. ¿Qué importan los ojos de los demás?.