miércoles, 19 de mayo de 2010

Inteligencia, neurosis y conducta suicida


La neurosis se ha considerado una enfermedad psíquica y ha sido
definida como inestabilidad emocional producida por un conflicto en la que se manifiestan una serie de síntomas psíquicos y emocionales que entorpecen la actividad del individuo, aunque no existen alteraciones relevantes del pensamiento, de la percepción y del sentido de la realidad. El tratamiento o psicoterapia pretendería en este sentido curar los síntomas.

Cuando cualquier obstáculo impide el tránsito hacia la actualización o realización de las capacidades, necesidades y valores del ser humano surge entonces el desequilibrio o crisis existencial manifestada en un quiebro de la persona que se siente deprimida, incompleta e insatisfecha consigo misma. Ser consciente de esta situación es un paso muy positivo para descubrir el nivel de desarrollo en el que se halla y desde allí pueda replantearse hacia dónde quiere encaminar su vida, teniendo en cuenta sus limitaciones y fortalezas. Asumo la hipótesis de que el hombre tiende en forma natural hacia su auto-realización y que el surgimiento de la neurosis es un mecanismo de auto-corrección y autorregulación de la psiquis en busca de la
satisfacción de sus necesidades y del equilibrio consiguiente.



CASO CLÍNICO


El caso que nos ocupa es un joven que fue identificado como bien dotado y corroborado como tal en sucesivos estudios de seguimiento. Forma parte de la muestra de la investigación llevada a cabo en dieciséis provincias españolas por el profesor Dr. Juan García Yagüe (García Yagüe y cols., 1986). 

Roberto, nombre ficticio, nace en el seno de una familia conservadora y acomodada. Crece dentro de un medio ambiente culturalmente rico y lingüísticamente vasto. Es el tercero de cuatro hermanos. (...)

Desde la adolescencia viene padeciendo depresiones, se angustia mucho, se cuestiona todo y no encuentra aliciente para ilusionarse y querer vivir. (...)

Aunque es consciente de que era más inteligente y capaz que la mayoría no entiende lo que le estaba pasando. Lo expresa así… “había una especie de doble cuchilla en el intento de expresión de mis atormentados sentimientos, porque de una parte se suponía (yo era el primero en suponerlo) que era capaz (más capaz incluso que los demás) de expresarme con cierta corrección y precisión, pero de otra era absolutamente incapaz de comprender lo que me estaba pasando, y al ser preguntado, o querer contarlo o pedir ayuda me hacía aún más daño.”

La situación de este joven era en sus palabras “como una toma de conciencia de un montón de asuntos que de repente me parecieron importantísimos frente a lo absurdo y despersonalizado de seguir si más la corriente de lo que todo el mundo hacía, sin saber muy bien por qué.” Explica sus crisis existenciales “en aquel  “redescubrirme” empecé a estar muy preocupado por el sentido de
la vida, el valor de las relaciones personales, “lo auténtico”
de la vida y el “cómo diferenciarlo de lo que no merecía la
pena”, la soledad (como algo impuesto al ser humano), las necesidades expresivas (y su relación con la expresión creativa/artística), el medio ambiente (como fuente de serenidad en momentos de ansiedad, de sabiduría y reinspiración)”(...).

los veinte años, después de haber accedido a visitar a un
psiquiatra y de que éste le recetara un ansiolítico y un
antidepresivo, sufrió una crisis más fuerte aún y pocas semanas
después realizó un intento de suicidio no violento. 
“Tras hacerlo me sentí repentinamente asustado, y acudí a pedir ayuda a mi madre. Fuimos al hospital y me hicieron un lavado de estómago; aparentemente la cosa no había sido grave.”

Retoma sus estudios de último curso de bachillerato y refiere fui
sacando el curso, con algo de esfuerzo y algunos bajones, que ahora mi terapeuta vigilaba de cerca. Y al final lo terminé con Matrícula de Honor (lo hice bien, pero francamente no creo que fuese para tanto
).

Inicia la carrera de Psicología. (…) Deja la carrera a principios del segundo cuatrimestre. Tenía miedo a no dar los resultados que se esperaban de él, que tendrían que ser mejores que los de la
mayoría. Roberto declara “era como un si no voy a hacerlo muy bien, es mejor que no haga nada”.

Se matricula en una segunda carrera Traducción e Interpretación en otra universidad que también abandona a principios del segundo
cuatrimestre(...)

Comienza a preparar oposiciones a Correos como un medio para conseguir algo que le interesara más. Pero no consigue disciplinarse. “Lleno mi agenda de diversas actividades, que no tenían otra utilidad que desviar la atención, que tanto trabajo me costaba orientar, hacia el temario de Correos. Esas actividades son los idiomas, la música, la fotografía y obtener el carnet de conducir.

Mientras tanto continúan sus “crisis existenciales” acompañadas de alteraciones de su estado de ánimo e insomnio. Hasta que a los 24 años padece una depresión mayor que lo lleva de nuevo a pensar en suicidarse. Escribe lo siguiente:

Perdón por mi egoísmo al hacer esto, pero la vida no tiene sentido para mí. No puedo comprender que “hayamos sido hechos” capaces de percibir y concebir cosas tan bellas y que éstas tengan que quedar sepultadas una y otra vez bajo tanto sufrimiento como genera nuestra existencia, tan sórdida y cruel si se mira fríamente. Siempre me ha llamado la atención la capacidad psicológica del hombre para asimilar y sobrevivir a tan desconcertante cúmulo de sinsabores y seguir encontrando en las pequeñas cosas cotidianas una compensación válida. Me sigue sorprendiendo cada día y aún en mí mismo, porque al fin y al cabo en la medida en que sigo vivo soy partícipe de este instinto de supervivencia, pero realmente nunca lo he comprendido, ni
tal compensación me ha parecido real. Sospecho que es mucha la gente que, en realidad, tampoco lo comprende, pero todos parecen poder cerrar la puerta a esas consideraciones y quedarse en ese relativo equilibrio, que desde luego es mucho más práctico… Pero yo no puedo cerrar la puerta a lo que para mí es tan obvio. No puedo sentir que la balanza está equilibrada, que esto merece la pena… ni siquiera puedo fingirlo con aceptable credibilidad. Pero el problema es que no tengo alternativa. El suicidio, tras ser
considerado como tal alternativa, siempre plantea el gran
inconveniente del sentimiento de culpa hacia mi familia; y entonces, eso, me quedo sin alternativa. Todos los esfuerzos que llevo hechos y sigo haciendo por que mi vida marche mejor son insatisfactorios. Ni mi familia, ni mis amigos, ni la psicoterapia me han podido ayudar como yo necesito. De lo que ocurre del “umbral de las consideraciones” hacia adentro todo han sido interpretaciones externas, más o menos convencionales, más o menos afectuosas, más o menos científicas; pero siempre externas, y en la misma medida ajenas e insuficientes. No he podido sacar en claro acerca del origen de mi modo de ver la vida más que el que procede de mis años infantiles, principalmente de la parte familiar de mi formación, que es lo mismo que decir “nada”. Además, yo tengo mis dudas sobre cuánto del asunto podría proceder de caracteres genéticos (que eso, caso de tener algún indicio al respecto los psicólogos y terapeutas, tampoco te lo dicen, para que no te hundas en la miseria y les sigas pagando sesiones con la esperanza de conseguir algo) y también me pregunto qué parte pudo jugar la educación escolar. En fin, que nunca llego a ningún sitio.
Todo esto ha surgido a raíz de la ansiedad que en una madrugada como la de hoy, es sin embargo la misma que lleva demasiado tiempo de mi vida (acaso todo) siendo el último eslabón del sufrimiento, sin sentido y la infelicidad que éste produce.”

Cuando remite la depresión Roberto deja de tomar fármacos y continúa su tratamiento psicoterapéutico(...).

Una serie de factores sociales coadyuvan al deterioro de este joven que no logra obtener motivación ni refuerzo para aferrarse a la vida mediante la interacción con el grupo de pares. Se halla aislado.

Este cúmulo de componentes académicos, familiares, sociales y personales constituyen factores de riesgo de comportamiento suicida que van minando su autoestima y auto-concepto y provocan en él un estado de desesperanza ante la vida que lo conduce a la depresión. Se enfrenta a una crisis existencial y no encuentra razones válidas para continuar viviendo.

En la entrevista mantenida con él doce años después del intento de suicidio manifiesta sentirse bien, y que no volvería a intentar suicidarse. Aunque continúan sus crisis existenciales, ya maneja ciertas estrategias para superarlas. Si bien no ha terminado ninguna carrera universitaria, estudia idiomas que le sirven para abrirse paso en el mundo laboral(...).

Actualmente a sus casi 32 años se halla en un puesto de trabajo poco cualificado. Hace un par de años que ha retomado la psicoterapia para el crecimiento personal y va poco a poco desbloqueando los puntos negros y agujeros neuróticos de su personalidad, lo que le va permitiendo integrarse cada vez más.

Haber sido identificado como bien dotado y corroborado como tal en estudios de seguimiento no entraña, como ejemplifica este caso, el éxito académico, profesional, económico, social y personal, pero tampoco implica lo contrario.

Roberto fue un niño mimado por su madre, sensible, con poca tolerancia a la frustración, escaso desarrollo de estrategias para afrontar y resolver sus problemas. No ha podido desarrollarse personal ni profesionalmente. A nivel personal, sus bloqueos neuróticos le han impedido alcanzar la madurez, ha sufrido una detención en su evolución personal. En lo que concierne al desarrollo de sus inteligencias, ha desarrollado de
manera casi autodidacta sus inteligencias lingüística y musical.
Sin embargo, a pesar de poseer un gran caudal de conocimientos no los ha podido canalizar hacia la obtención de un título universitario que le hubiera permitido el acceso a un trabajo más acorde con sus posibilidades intelectuales.
El caso que presentamos representa sólo el 2,6% de la muestra de bien dotados seguida a lo largo de veinte años. La mayoría no padece alteraciones del estado de ánimo ni otros trastornos psíquicos.


Caso clínico extraído de: Inteligencia, neurosis y conducta suicida.
Por: Dra. Miriam Hume Figueroa



ALGUNAS CONCLUSIONES

Solamente el perfeccionismo neurótico es negativo y trae aparejado daños a nivel psicológico y fisiológico. El perfeccionismo normal es recomendable de ser inculcado, no sólo a los alumnos bien dotados sino a todos los estudiantes. Sería conveniente que todos pudieran experimentar ese refuerzo intrínseco de sentir la satisfacción por el trabajo bien hecho.

Prevalece el consenso acerca de que el sujeto que manifiesta comportamiento autolítico padece algún trastorno del estado de ánimo, aunque no se puede establecer relación causa-efecto entre enfermedad mental e intento de suicidio. Para ello es preciso contemplar la confluencia de factores personales que contribuyen a dicho comportamiento. 

Para algunos bien dotados sus altas capacidades pueden llegar a transformarse en su propio enemigo. El aburrimiento, escasa estimulación, aislamiento, intensidad emocional, perfeccionismo neurótico, imposibilidad de cumplir con sus elevadas expectativas, presiones sociales, ansiedad, desesperanza y depresión los pueden llevar a realizar intentos de suicidio. 

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