domingo, 25 de noviembre de 2012

Vestigios que insinúan una dura realidad

Hacía mucho tiempo que habíamos hablado sobre realizar un texto de forma conjunta y, a pesar de nuestras accidentadas, trastornadas y psicóticas vidas... Logramos encontrar un momento para entrelazar nuestras palabras y, a pesar de que la situación que nos acompaña a ambos no nos permite darle esa grandeza con la que tanto adoramos adornar cada palabra que brota de nuestros dedos... Aquí está el resultado... 




Peor que buscar algo durante toda una vida es el hecho de que ese "algo" tan siquiera esté definido. Es como buscar nuestra sombra mirando al frente mientras la luz del Sol nos da en la cara; sabemos que queremos, que aún nos queda un resquicio de inquebrantable voluntad, la cual nos empuja hacia delante para seguir viviendo. Sin embargo, nuestro oasis no tiene agua ni palmeras: es una mancha difusa que se aleja a cada paso que damos.


Sebastián Agulló

La búsqueda parece cobrar vida, aunque, privada intencionadamente de color, convirtiéndose así en una aparición fantasmagórica recurrente, de un sueño sobre miedos y disertaciones, sobre abandono y desolación.
Se nos permite el deleite de aquello que nos alza al pensamiento reflexivo de la vida y sus caprichos. Como animales que trepan y ascienden, ardillas abrigadas, sostenidas por débiles ramas aterecidas de frío por el tuétano de nuestro invierno, para, de pronto zarandearnos con la rotunda e innegable huella de la carencia.

Esther Antolí


Parece obvio afirmar que, si existe una carencia, es porque el cuerpo, o, por qué no, la mente, aunque esta separación no vaya más allá de lo puramente poético, sabe de sí misma que su estado natural es aquél en el que lo carente, como poco, es natural como atributo. Luego, ¿en qué momento llegamos a perder algo que nos es inherente? ¿Cómo llegamos a cojear, caminando nuestro presente torcidos? Abandonados o desolados, ¡qué más da! No son más que vestigios insinuando una dura realidad: que "eso" estuvo.

Sebastián Agulló

Si estuvo, existió pero ¿cómo es posible que seamos incapaces de verlo?. Es probable que cambiar el prisma sea lo más adecuado, puede que ese "algo" no solo esté por definir sino que sea cambiante -como nosotros mismos, como nuestro entorno-, que solo describa una carencia, sea cual sea la del momento presente y estemos destinados a vivir con ella eternamente. Cabe la posibilidad de que nunca se pueda determinar el déficit ni su origen y que el objetivo resida en encontrar el mejor bastón posible para seguir caminando y eriguirnos directores de la orquesta de nuestra vida.

Esther Antolí


Citándote te diré que sigo sujetando tu mano, acariciándola con mimo, deseando volver a verte y estrujarte entre mis brazos. Gracias por compartir tu valioso tiempo conmigo para escribir estas cuatro palabrejas.

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