Esa sensación de ser tan frágil que un pequeño soplido puede modificarlo todo... una situación en la que, a pesar de estar rodeado de belleza... lo más mínimo se magnifica hacia el infinito.
El miedo se apodera de ése vidrio que están soplando porque todo apunta a una rotura y el vidrio es incapaz de admirar la belleza que hay en él, en ese acto bello que lo llevará a una hermosura imperfecta, artesanal...
El vidrio no hace más que contener el aliento e hiperventilar en cada soplo... Es lo único que vive, el miedo...
Roger, el artesano soplador, se da cuenta de que otra vez está trasladando al vidrio lo que en realidad siente... Debe darse cuenta de que es él mismo el que domina la técnica y que el miedo son sus propias exigencias...
Lo sabe....
Pero como él no es un hombre de muchas palabras... Se sumerge en los pensamientos que, ya agotado de intentar, no trata de explicar... ¡Nadie lo entiende! -se dice-.
En realidad siente que esta soplando su caña y alguien , a quién llamaremos 'Por', junto a sus amigos, lo amenazan para que deje de soplar -acción con la que se perdería parte de la producción-, y él deja de soplar, así una y otra vez...
...hasta que se da cuenta de que Por y sus amigos no soplan a través de la larga caña... ¡es él quién lo hace!. ¿pero como enfrentarme a Por y sus amigos? ¿nunca me dejarán tranquilo? yo solo quiero ser un
artesano feliz...
... ¿cómo recuperar el control de mis soplos?...
El ligero soplo del aire es lo único que obtiene como respuesta, es decir: ¡¡¡NADA!!!