Estaba todo dispuesto, y su estrategia resultaba tan hermosa, tan perfecta en su aviesa intención, que aun disponiendo de medios fuera desalmado entorpecerla. Pero todas y cada una de mis inquietudes me impedían permanecer en ese paraíso perfectamente dispuesto para mí.
Antes quizá me acercaba a ser procaz en ideas e intrépida en objetivos. Anhelaba ser eterna. Ahora solo pienso y tan solo a veces.
El hombre es simbiosis perecedera de carne y aliento, y en él lo indestructible degenera hasta lo grotesco cuando lo caduco se resiste a la destrucción. Ahora soy un ser grotesco, porque vivo en un tiempo que no es el mío, porque he fracasado; porque condené al mundo con mi ingenuidad y atrevimiento. Si bien esta mezquindad mía ha permitido la existencia de sueños que se hacen imposibles. Ellos son la huella del avance, de la evolución del aprendizaje. La evolución que nos enaltece y nos consume, es una manzana en el paraíso o en la cabeza de un sabio. Soy antecedente que precede de una humanidad enjuiciada. Pero no pienso aquí justificarme ni discutir mi responsabilidad. Yo ya estoy perdida
Tras infernales noches insomnes de preguntas sin respuesta, gracia respondona que a modo de tanteo concede el optimismo. ¿Qué ha de quedar de mí sobre el mundo? ¿Qué hay que amar cuando todo se acaba?
La memoria, entendida como prueba única de nuestra existencia. Y si no hay más mundo que el presente, si con la muerte se desvanecen los recuerdos, entonces la vida pierde todo sentido, y con ella la mayor fatalidad. Por el contrario, si todo ha de seguir vigente en la memoria, si en esencia hemos de seguir siendo lo mismo y los mismos en la memoria ¿qué sentido tiene morir?
Ahora sé que el hombre es esa simbiosis entre materia consciente y alma inerte que conocemos como vida, la crisálida de un ente que volará a los cielos. Nada más. El problema radica en la latencia de lo incorpóreo, en la potencia, que nos inclina a tomar afecto del efecto.
Sumida en un bucle vesánico de cuestiones sin sentido, inmersa en un murmullo de voces sin venero, estoy preparada para afrontar el hecho de que sigo aferrada al sentimiento, al tiempo del deseo, a la pasión de vivir. Anhelando el retorno de los sueños de esperanza. Viviendo aferrada a la eternidad de la vida, con un sueño, con el diario precursor del pensar... Inmersa en ese mundo al que condené con mi ingenuidad y atrevimiento, pero dispuesta a perseverar.
Antes quizá me acercaba a ser procaz en ideas e intrépida en objetivos. Anhelaba ser eterna. Ahora solo pienso y tan solo a veces.
El hombre es simbiosis perecedera de carne y aliento, y en él lo indestructible degenera hasta lo grotesco cuando lo caduco se resiste a la destrucción. Ahora soy un ser grotesco, porque vivo en un tiempo que no es el mío, porque he fracasado; porque condené al mundo con mi ingenuidad y atrevimiento. Si bien esta mezquindad mía ha permitido la existencia de sueños que se hacen imposibles. Ellos son la huella del avance, de la evolución del aprendizaje. La evolución que nos enaltece y nos consume, es una manzana en el paraíso o en la cabeza de un sabio. Soy antecedente que precede de una humanidad enjuiciada. Pero no pienso aquí justificarme ni discutir mi responsabilidad. Yo ya estoy perdida
Tras infernales noches insomnes de preguntas sin respuesta, gracia respondona que a modo de tanteo concede el optimismo. ¿Qué ha de quedar de mí sobre el mundo? ¿Qué hay que amar cuando todo se acaba?
La memoria, entendida como prueba única de nuestra existencia. Y si no hay más mundo que el presente, si con la muerte se desvanecen los recuerdos, entonces la vida pierde todo sentido, y con ella la mayor fatalidad. Por el contrario, si todo ha de seguir vigente en la memoria, si en esencia hemos de seguir siendo lo mismo y los mismos en la memoria ¿qué sentido tiene morir?
Ahora sé que el hombre es esa simbiosis entre materia consciente y alma inerte que conocemos como vida, la crisálida de un ente que volará a los cielos. Nada más. El problema radica en la latencia de lo incorpóreo, en la potencia, que nos inclina a tomar afecto del efecto.
Sumida en un bucle vesánico de cuestiones sin sentido, inmersa en un murmullo de voces sin venero, estoy preparada para afrontar el hecho de que sigo aferrada al sentimiento, al tiempo del deseo, a la pasión de vivir. Anhelando el retorno de los sueños de esperanza. Viviendo aferrada a la eternidad de la vida, con un sueño, con el diario precursor del pensar... Inmersa en ese mundo al que condené con mi ingenuidad y atrevimiento, pero dispuesta a perseverar.
Ya que Sebas comenta la imposibilidad de colocar aquí el comentario, lo hago yo ya que este es su sitio..."Esther, mira que hace ya años que me vengo leyendo tus textos. Creo que puedo afirmar -sin ingenuidad ni atrevimiento- que es de lo mejor que he leído de tu cosecha, al menos fuera de la temática más didáctica e informativa.Enhorabuena negra!"Y así aprovecho para darte las gracias, negro! ;)
ResponderEliminarSimplemente... tenías razón... y ahora entiendo porque actúa así mi "alma inerte"...
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