Mattia y Alice, unidos por un hilo de amistad que esconde mucho más que eso, vuelven a teorizar sobre sus propias vidas, la suya, la del otro y la de los dos.
Nuevamente llegan a conclusiones conocidas pero, esta vez con menos verborrea que de costumbre. Tratando de apoyarse mútuamente, como hacen desde hace algunos años.
Alice, sin ningún tipo de intención, hace referencia a la descendencia como una forma de aferrarse a la vida, cuando, de repente, Mattia se plantea su propia negación -la de los dos- como una posible salvación, tomando como "prueba" la propia negación absoluta a tener descendencia.
Mattia pregunta ¿te ves teniendo un hijo conmigo?. Alice tras la sorpresa inicial ante la pregunta, trata de analizar la sitación; esa ha sido siempre su forma de afrontar las cosas. Mattia la mira fíjamente y reflexiona al respecto afirmando que puede que ése sea su 'cáncer': vivimos sepultados bajo nuestra propia razón Alice, sentencia.
El miedo a sentir ha sido siempre su sino y es difícil deconstruir lo que ha sido el eje de toda una vida.
A pesar de que Alice desea con todas sus fuerzas deshacerse de su actitud, responde con condiconales.
- Qué dialéctica la nuestra Alice, dice Mattia. Se nota que en el fondo nos cuesta más expresar una emoción que cualquier otra cosa, nos hemos quedado estancados en la infancia, sostiene. Somos dos críos miedosos, constata.
Quizás sean demasiado sensibles, ¡Quién lo diría!, con la máscara de seguridad en sí mismos que tratan de mostrar al mundo... ¡Es patético! aservera Mattia.
¿Qué nos pasa?, ¿qué nos ha pasado siempre?. Nos tenemos como referentes, nos buscamos en otros y ¿no lo hacemos en nosotros mismos?.
Alice quiere aferrarse a la idea de que hay una salida para ella, para él, para 'ellos'... pero no encuentra el modo. Mattia pregunta ¿nos hemos sacado el uno al otro de nuestro infierno?.
Cae una lágrima.
- Mattia, nada me gustaría más que decirte que sí pero, lo único que hemos hecho ha sido un buen análisis... Responde ella.
-¿Existirá algún atajo? se pregunta Mattia, algo pragmático: un cambio tal que sea efectivo y mantenga nuestros cimientos... al menos estaríamos buscando "algo".
- Solo sé que de tu mano todo parece más sencillo, dice Alice, - así que pongámonos a ello y encontremos el camino, propone.
De nuevo otro momento en el que no es el momento. Ayudémonos como podamos, pero sin víctimas, dictamina Mattia.
Alice y Mattia han crecido juntos como personas y maldecir la situación no lleva a nada. De nuevo, ataviados con sus armaduras, encuentran un motivo para pasar más tiempo juntos, él allí y ella aquí, en compañía del mismo manto de estrellas.
martes, 26 de junio de 2012
sábado, 23 de junio de 2012
La imposibilidad de vivir
Para Marcel.
La decepción, la frustración, la imposibilidad de ser lo que somos se acentúa en el propio intento de escapar a esta maldición: cuanto más hacemos, más lejos nos sentimos de lo que perseguimos. Al volcarnos hacia el mundo, perdemos nuestra propia identidad. De ahí la necesidad del silencio y la reflexión." Pedro G.Cuartango
Una sociedad en la que ni a los niños se les permite aprender que las acciones tienen consecuencias, acolchando los parques para que cuando caigan no se lastimen. Teniéndolos 'entre algodones' ¿cómo cobijarse en el futuro?, ¿qué futuro?.
Sloterdijk, en "Normas para el parque humano". Una respuesta a la "Carta sobre el humanismo" de Heidegger, señaló 'el fin del humanismo docto' y se preguntó cómo podría evolucionar una humanidad 'corregida' por la biotecnología.
Yo me pregunto, ¿cómo sobrevivirá la naturaleza humana ante este detrito de la humanidad?
Hoy y siempre ha estado presente esa imposibilidad de vivir, en ocasiones, demasiado cerca, en otras... asomando la cabeza en situaciones extremas, en forma de crisis, desde algo tan banal como la de pareja hasta la compleja y desgarradora crisis financiera. Imposibilidad en forma de oxígeno incapaz de alcanzar los pulmones, imposibilidad de toda imposibilidad.
La imposibilidad de vivir en uno mismo, a menudo, no atiende a estímulos externos. Es uno mismo el que la crea y la alimenta. Nuestro miedo a la verdad, a las preguntas sin respuesta...
Nuestra propia capacidad de razonar es capaz de crear en nosotros mismos, en los demás y en nuestra percepción la molestia hasta de uno mismo. Resulta complejo deshacerse de la incomodidad de lo absurdo, dejar de buscar respuestas a todo y al fin claudicar en el conformismo siendo conscientes de las limitaciones de hasta nuestra propia libertad.
Imposibilidad de vivir, empezando en uno mismo o en los demás hasta llegar a la de vivir en 'democracia', en sociedad, en pareja, sin ella... ¡tranquilos!, sin exigencias -propias o externas-... Cuando el tumulto y la agitación invaden el silencio y dentro de uno mismo solo queda la perturbación perdemos al actitud y aptitud para vivir.
La imposibilidad de vivir en uno mismo, a menudo, no atiende a estímulos externos. Es uno mismo el que la crea y la alimenta. Nuestro miedo a la verdad, a las preguntas sin respuesta...
Nuestra propia capacidad de razonar es capaz de crear en nosotros mismos, en los demás y en nuestra percepción la molestia hasta de uno mismo. Resulta complejo deshacerse de la incomodidad de lo absurdo, dejar de buscar respuestas a todo y al fin claudicar en el conformismo siendo conscientes de las limitaciones de hasta nuestra propia libertad.
Imposibilidad de vivir, empezando en uno mismo o en los demás hasta llegar a la de vivir en 'democracia', en sociedad, en pareja, sin ella... ¡tranquilos!, sin exigencias -propias o externas-... Cuando el tumulto y la agitación invaden el silencio y dentro de uno mismo solo queda la perturbación perdemos al actitud y aptitud para vivir.
miércoles, 20 de junio de 2012
Abrazada a la tristeza...
Cinco fases de un proceso... Tras la negación, la ira y la negociación andan la tristeza y la aceptación de la mano, cediéndose el turno como si una carrera de relevos se tratase...
lunes, 18 de junio de 2012
Jungla (des)humanizada...
Todas y cada una de las cosas que nos ocurren, buenas, malas, mejores... peores... ¡nos marcan!.
Si pretendiera amontonar todas esas situaciones que, de un modo u otro, han marcado mi vida creo que no podría ver el final de ese montón ni con un binocular... Soy consciente de que, las experiencias que se pueden ver en la distancia, no se viven de igual forma que las que nos atañen en el momento presente... pero, irremediablemente, mi experiencia en República Dominicana me hace ver el mundo de una forma muy distinta (Arturo... prometo escribir al respecto de ellas en breve... ;-) Realmente no tiene demasiado sentido escribir sobre conclusiones cuando no lo he hecho sobre las experiencias propiamente dichas pero, ya sabes, mi 'ordenación' mental es [dejémoslo en] especial).
No puedo negar que, después de un tiempo desconectada incluso de mi propia humanidad, me sorprenden todas aquellas actitudes que nos llenan y/o despojan de ella.
Hice unas maletas llenas de ilusión, sueños por cumplir, amor, impulsividad, irracionalidad... y volví a hacerlas, allá, una y otra vez añadiendo dolor, sorpresa, (in)comprensión, (des)humanidad, (des)ilusión, orgullo, corazones rotos pero, sobre todo, de amistad. Unos días antes de volar con destino a Punta Cana, me 'entrometí' en una película de Tarantino de la que salí hace tan solo un par de días.
Sé que cabe la posibilidad de que sea demasiado positiva pero, hasta hoy, he logrado disfrutar de momentos de felicidad gracias a ello y, ahora más que nunca, debo ser fiel a mí misma.
Gracias a la posibilidad que me brindó César pude, no sólo conocer otro país sino, un mundo nuevo... Un mundo en el que tropecé con Ángela, que -bien podría haber sido una asesina en serie- resultó ser tan bondadosa como humana. Gracias a ti he podido llegar al lugar en el que estoy ahora; tranquila, relajada, algo más 'buscavidas' que antes y mucho más feliz que cuando me conociste. Tu apoyo fue lo único que me mantuvo en pie, sin ti, jamás habría tenido la posibilidad -ni la ilusión- de salir adelante en un país que logré empezar a conocer de tu mano. Solo tengo palabras de agradecimiento para ti, para él, para Lorraine, Jose y Vicky, Martha, Pilar, Yan, Valentino, Raymond, Jose, Kelvin, Taro, Miguel, Viviana, Celeste... Seguro que se me escapa alguien por el camino, ese es el inconveniente de nombrar a gente...
“¡Srta. Caracol, esta usted empujándome siempre a dejar cosas por el camino!”
Sea como fuere, aquí estoy de nuevo, en el corazón de la Costa Brava, con mucho trabajo por delante pero, por ésta vez, con horas libres al día -todo un lujo-, tantas, que cuando deba irme otra vez -lo siento, en República no os vais a deshacer de mí tan fácilmente-, estoy segura de que tendré nuevos motivos para irme 'suspirando'.
La vida está llena de zambullidas, unas más espinosas que otras. Chapuzones, algunos mojan el pelo sin llegar a empaparlo siquiera y en otros, el agua anega hasta las costillas, sin disponer de la certeza de 'aprender' otra vez a respirar. No llegan a ser naufragios irreparables pero nos hacen zozobrar o sentirnos como ese Robinson desconcertado ante la inmensidad, no se sabe si de una isla por recorrer o, por contra, de la soledad que, como una lanza, se clava en el pensamiento y en los costados. También hay golpes de mar, los más temibles, porque llegan con un viento repentino y férreo, sin dar tiempo a sujetarse los cabos al cuerpo y es entonces cuando el dolor sabe a madera atravesada en la garganta y escuece la sal en los ojos, incapaces de vislumbrar el horizonte, que requieren de más tiempo para recuperarse, más kilómetros de costa, amontonar más granos de arena e incluso, a veces, se tiene la impresión de que nunca sanará el esfuerzo que supuso llegar a la orilla de nuevo. Para nuestra sorpresa, un día, aunque agotados, arribamos y dejamos que el frescor de las olas nos cubra los pies. Conscientes de que ya no podremos ser los mismos porque la desconfianza al horizonte embarcará con nosotros en cada viaje, una vez aprendido, el recelo hacia el confín, se colará en el equipaje aun sin desearlo.
Si pretendiera amontonar todas esas situaciones que, de un modo u otro, han marcado mi vida creo que no podría ver el final de ese montón ni con un binocular... Soy consciente de que, las experiencias que se pueden ver en la distancia, no se viven de igual forma que las que nos atañen en el momento presente... pero, irremediablemente, mi experiencia en República Dominicana me hace ver el mundo de una forma muy distinta (Arturo... prometo escribir al respecto de ellas en breve... ;-) Realmente no tiene demasiado sentido escribir sobre conclusiones cuando no lo he hecho sobre las experiencias propiamente dichas pero, ya sabes, mi 'ordenación' mental es [dejémoslo en] especial).
No puedo negar que, después de un tiempo desconectada incluso de mi propia humanidad, me sorprenden todas aquellas actitudes que nos llenan y/o despojan de ella.
Hice unas maletas llenas de ilusión, sueños por cumplir, amor, impulsividad, irracionalidad... y volví a hacerlas, allá, una y otra vez añadiendo dolor, sorpresa, (in)comprensión, (des)humanidad, (des)ilusión, orgullo, corazones rotos pero, sobre todo, de amistad. Unos días antes de volar con destino a Punta Cana, me 'entrometí' en una película de Tarantino de la que salí hace tan solo un par de días.
Sé que cabe la posibilidad de que sea demasiado positiva pero, hasta hoy, he logrado disfrutar de momentos de felicidad gracias a ello y, ahora más que nunca, debo ser fiel a mí misma.
Gracias a la posibilidad que me brindó César pude, no sólo conocer otro país sino, un mundo nuevo... Un mundo en el que tropecé con Ángela, que -bien podría haber sido una asesina en serie- resultó ser tan bondadosa como humana. Gracias a ti he podido llegar al lugar en el que estoy ahora; tranquila, relajada, algo más 'buscavidas' que antes y mucho más feliz que cuando me conociste. Tu apoyo fue lo único que me mantuvo en pie, sin ti, jamás habría tenido la posibilidad -ni la ilusión- de salir adelante en un país que logré empezar a conocer de tu mano. Solo tengo palabras de agradecimiento para ti, para él, para Lorraine, Jose y Vicky, Martha, Pilar, Yan, Valentino, Raymond, Jose, Kelvin, Taro, Miguel, Viviana, Celeste... Seguro que se me escapa alguien por el camino, ese es el inconveniente de nombrar a gente...
República Dominicana es un país que me ha mostrado la humanidad, no solo en la gente que he conocido, sino la que existe en cada esquina, desde quien se molesta en hacerte una 'bola' tras dos pasos, hasta los desconocidos que se encargan de que tres menores encuentren el camino hasta los brazos de mamá. Un país en el que tod@s se ponen 'a tu orden', se regalan minutos, se tiende una mano al desconocido, se regalan sonrisas sin esperar nada a cambio -vale, a veces sí...-, te nombran en sus oraciones -hasta a una atea de manual como yo [digno de mención por la importancia que tiene la fe en el país]-, ir al cine es 'todo un acontecimiento', bailar es tan 'lascivo' como divertido y un largo etcétera, merece una mención especial, un lugar en el corazón y mucho tiempo por delante para vivir en él.
Una 'jungla' muy humana, llena de contrastes que contrasta -valga la redundancia- con la jungla deshumanizada que se me ha tornado España en la que, posiblemente, no siento que puede ser peligroso andar sola en la profundidad de la noche -aunque soy algo descerebrada, eso no es nada nuevo-, no hay personal de seguridad con escopetas en la mano, pero tampoco me invita a una sonrisa eterna, a pesar de que, disfrutar de conversaciones -y debates- enriquecedoras con Carol y Arturo, gozar de mis padres, tener a la familia cerca -tanto como para postergar el reencuentro con mis hermanos-, las excursiones con Ana, los ratos con Marcel -y sus recomendaciones literarias-, las risas con Peter -y todo el apoyo recibido por su parte-, el anhelo por el reencuentro con Sebas, Pepe, Guillermo, Esther, David... la hospitalidad de Oscar, éstas lindas vistas al mar de las que estoy disfrutando como antaño y, de nuevo, un largo etcétera, no es comparable a nada que 'un nuevo mundo' pueda ofrecerme...
Una 'jungla' muy humana, llena de contrastes que contrasta -valga la redundancia- con la jungla deshumanizada que se me ha tornado España en la que, posiblemente, no siento que puede ser peligroso andar sola en la profundidad de la noche -aunque soy algo descerebrada, eso no es nada nuevo-, no hay personal de seguridad con escopetas en la mano, pero tampoco me invita a una sonrisa eterna, a pesar de que, disfrutar de conversaciones -y debates- enriquecedoras con Carol y Arturo, gozar de mis padres, tener a la familia cerca -tanto como para postergar el reencuentro con mis hermanos-, las excursiones con Ana, los ratos con Marcel -y sus recomendaciones literarias-, las risas con Peter -y todo el apoyo recibido por su parte-, el anhelo por el reencuentro con Sebas, Pepe, Guillermo, Esther, David... la hospitalidad de Oscar, éstas lindas vistas al mar de las que estoy disfrutando como antaño y, de nuevo, un largo etcétera, no es comparable a nada que 'un nuevo mundo' pueda ofrecerme...
“¡Srta. Caracol, esta usted empujándome siempre a dejar cosas por el camino!”
Sea como fuere, aquí estoy de nuevo, en el corazón de la Costa Brava, con mucho trabajo por delante pero, por ésta vez, con horas libres al día -todo un lujo-, tantas, que cuando deba irme otra vez -lo siento, en República no os vais a deshacer de mí tan fácilmente-, estoy segura de que tendré nuevos motivos para irme 'suspirando'.
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