lunes, 31 de agosto de 2009

Y... La vida sigue, el reloj no para y todo lo demás carece de importancia...



Me aferro al relato, a una vaga esperanza de cambiar las cosas, de volver a ser, a sentir.


 


“Ríndete, mujer, tienes la batalla perdida”, me repito una y otra vez. Nada de lo que hay en tu corazón –ni en el suyo- te hará caso. Nada.


 


Debería haber sido más discreto, pasar desapercibido, no salir de ningún saco, no, el error fue dejar que saliera. Podría haber sido uno más. Pero no, tuvo que mostrar sus habilidades.


 


Y de este modo; hablando idiomas distintos, tomando caminos divergentes, rompiendo ilusiones por absurdos recurrentes... Nos regalamos batallas perdidas, que dejan heridas a estas almas decididas a despojarse de la impotencia para quedarse en un bucle eterno de búsqueda sin encuentro.

4 comentarios:

  1. Si ves que alguien te mira con persistencia es que tu también le estas observando.

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  2. Precioso relato Esther! ...me encanta la frase "rompiendo ilusiones por absurdos recurrentes...". La verdad es que los seres humanos somos así... vemos ilusión y esperanza a pesar de que pueda estar todo perdido... quizá por eso y no en vano nos definimos como "La Humanidad"...

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  3. ¡Gracias!Ciertamente Juanjo, no podemos darnos cuenta de las cosas si no las observamos. ¡Me encanta esa frase!Dani... Como me dijo una compañera de trabajo el otro día; "... No existe la esperanza, es un engaño. En la caja de Pandora (donde se guardaban todos los males) sólo quedó un mal: la esperanza, y como tal no debemos confiar en ella..."

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