
En
una de estas tardes de otoño, de las que amas o de las que odias,
quién sabe. Para gustos los colores. Colores que esta tarde no
estaban por ningún lado. Todo yacía en una perfecta escala de
grises...
una de estas tardes de otoño, de las que amas o de las que odias,
quién sabe. Para gustos los colores. Colores que esta tarde no
estaban por ningún lado. Todo yacía en una perfecta escala de
grises...
Más
tarde... llueve de forma regular, ni demasiado, ni demasiado poco y
por más que subo la música no dejo de escuchar ese desgarrador
sonido.
Tac, tac, tac, tac... Me pone nerviosa, ese sonido
monótono del que no se puede sacar ritmo alguno. Hasta el silencio
en ocasiones es más melódico. Decía Beethoven que el silencio
absoluto no existe, ya la maquinaría de nuestro cuerpo se engrasa
con sangre y se bombea con nuestro corazón, el cual muchas veces
hace más ruido del necesario, en el más amplio sentido de la
palabra. Curioso paralelismo el de engrasar y 'ensangrar'...
tarde... llueve de forma regular, ni demasiado, ni demasiado poco y
por más que subo la música no dejo de escuchar ese desgarrador
sonido.
Tac, tac, tac, tac... Me pone nerviosa, ese sonido
monótono del que no se puede sacar ritmo alguno. Hasta el silencio
en ocasiones es más melódico. Decía Beethoven que el silencio
absoluto no existe, ya la maquinaría de nuestro cuerpo se engrasa
con sangre y se bombea con nuestro corazón, el cual muchas veces
hace más ruido del necesario, en el más amplio sentido de la
palabra. Curioso paralelismo el de engrasar y 'ensangrar'...
Despierto,
rodeada de nada. Y nada se convierte en todo, en una avalancha que me
aplasta contra una tarima fría. Es un peso bello, pero debo
aguantarlo. A algunos se les condenaba al fusilamiento. A mi me han
condenado a dejar volar caricias sin respuesta. Tiemblo, sudo y quedo
empapada de deseos que no puedo más que dejar escapar, uno tras
otro, un débil goteo que empaña el ya de por si frío suelo.
rodeada de nada. Y nada se convierte en todo, en una avalancha que me
aplasta contra una tarima fría. Es un peso bello, pero debo
aguantarlo. A algunos se les condenaba al fusilamiento. A mi me han
condenado a dejar volar caricias sin respuesta. Tiemblo, sudo y quedo
empapada de deseos que no puedo más que dejar escapar, uno tras
otro, un débil goteo que empaña el ya de por si frío suelo.
Me
flaquean las piernas como si yo sola me tuviese que enfrentar a un
batallón. Pero ojalá fuese un batallón. El sentir es más duro y
cruel. El sentir no te mata de un disparo rápido y certero, se
recrea con sonrisa burlona. Atraviesa, corta y destruye lentamente...
Te desgarra.
flaquean las piernas como si yo sola me tuviese que enfrentar a un
batallón. Pero ojalá fuese un batallón. El sentir es más duro y
cruel. El sentir no te mata de un disparo rápido y certero, se
recrea con sonrisa burlona. Atraviesa, corta y destruye lentamente...
Te desgarra.
Mientras
tanto no puedo hacer nada, sólo dedicarme a ser una mera observadora
del resbalar de un añorado destino. Lo peor es que mientras lo pienso,
el peso sigue haciendo ceder mis brazos. Mis ojos se salen de sus
órbitas y mi cerebro se bate entre dos mundos: dejarme aplastar o
resistir. Y en un parpadeo lo tengo decidido. Deseo vivir sin peso y
no poder fundir mi mente en alabanzas hacia algo tan imperfecto y
encantador como tú. Muero sólo de pensarlo. Muro acaba conmigo
cuanto antes.
Y cuando ya hayas acabado conmigo no te quedará
carcajada. Conmigo ya no tendrás nada que hacer, ya no estaré para
ti.
Ahora sólo quedas tú. Y realmente me basta, lo siento.
Llámame egoísta si es de tu agrado, pues las palabras dichas sólo
son para ti. Para ello, para decir, escribir y hablar soy egoísta,
no puedo evitarlo. Te mentiría y me mentiría si te dijese lo
contrario. También te mentiría si te dijese que no me destruyes. ¿Y
qué más puedes hacer que no sea destruirme? Nada. Tan sólo una
mirada tuya es digna de mi destrucción. Enloquezco de cosquilleo y
exploto. Pero renazco. Vuelvo a la vida cuando me pierdes de vista
réprobo muro. Y soy capaz de esquivarte... Pero siempre terminas
atrapándome. Careces y no necesitas explicación. Empiezas y acabas.
Naces, mueres y renaces. Vienes siempre conmigo pero no soy capaz de
creerlo. Déjame decirte algo más sobre esto. Desees lo que desees
debe serte concedido, porque eres puro, eres vida y eres muerte,
sobre todo muerte...
tanto no puedo hacer nada, sólo dedicarme a ser una mera observadora
del resbalar de un añorado destino. Lo peor es que mientras lo pienso,
el peso sigue haciendo ceder mis brazos. Mis ojos se salen de sus
órbitas y mi cerebro se bate entre dos mundos: dejarme aplastar o
resistir. Y en un parpadeo lo tengo decidido. Deseo vivir sin peso y
no poder fundir mi mente en alabanzas hacia algo tan imperfecto y
encantador como tú. Muero sólo de pensarlo. Muro acaba conmigo
cuanto antes.
Y cuando ya hayas acabado conmigo no te quedará
carcajada. Conmigo ya no tendrás nada que hacer, ya no estaré para
ti.
Ahora sólo quedas tú. Y realmente me basta, lo siento.
Llámame egoísta si es de tu agrado, pues las palabras dichas sólo
son para ti. Para ello, para decir, escribir y hablar soy egoísta,
no puedo evitarlo. Te mentiría y me mentiría si te dijese lo
contrario. También te mentiría si te dijese que no me destruyes. ¿Y
qué más puedes hacer que no sea destruirme? Nada. Tan sólo una
mirada tuya es digna de mi destrucción. Enloquezco de cosquilleo y
exploto. Pero renazco. Vuelvo a la vida cuando me pierdes de vista
réprobo muro. Y soy capaz de esquivarte... Pero siempre terminas
atrapándome. Careces y no necesitas explicación. Empiezas y acabas.
Naces, mueres y renaces. Vienes siempre conmigo pero no soy capaz de
creerlo. Déjame decirte algo más sobre esto. Desees lo que desees
debe serte concedido, porque eres puro, eres vida y eres muerte,
sobre todo muerte...
En
la vida todo pasa, nada se queda, no hay nada inamovible. Por mal que
la vida te trate, ríete de ella, y si no puedes, frivoliza.
la vida todo pasa, nada se queda, no hay nada inamovible. Por mal que
la vida te trate, ríete de ella, y si no puedes, frivoliza.